“Introducción a Platón:
Sofista y Político”
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Resumen del curso
Toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de las obras de Platón
A. N. Whitehead
Llega el último curso del año. Y terminamos como empezamos: con Platón y Sócrates. En la mitad, y para que la experiencia fuera completa, lo llenamos con mucho Nietzsche, a quien retomaremos pronto… muy pronto.
Ahora nos tocan el Sofista y el Político, dos diálogos del período tardío de Platón, en el que Sócrates comienza lentamente a desaparecer. Sin embargo, no se va sin hacernos un último guiño, sin dedicarnos una última señal y una última ironía: ¿no será también él un sofista?
Sócrates, el filósofo, el político y el sofista. Todo eso en un mismo gesto que empezó hace más de dos mil años y aún hoy se resiste a terminar.
El propio sofista es el ser del simulacro, el sátiro o centauro, el Proteo que se inmiscuye y se insinúa por todas partes. Pero, en este sentido, puede que el final de El Sofista contenga la aventura más extraordinaria del platonismo: a fuerza de buscar por el lado del simulacro y de asomarse hacia su abismo, Platón, en el fulgor repentino de un instante, descubre que éste no es simplemente una copia falsa, sino que pone en cuestión las nociones mismas de copia… y de modelo. La definición final del sofista nos lleva a un punto en donde ya no podemos distinguirlo del propio Sócrates: el ironista que opera en privado con argumentos breves. ¿No era preciso llevar la ironía hasta ahí? ¿No era necesario que Platón fuese el primero que indicara esta dirección de la inversión del platonismo?
G. Deleuze, Lógica del sentido, Barcelona: Paidós, 1989, p. 257.
En ese caso, Platón sería entonces el primer nietzscheano. Platón, el inversor del platonismo, el transgresor del platonismo. El que está más allá de su propio tiempo y fuera de él. Platón: un auténtico contemporáneo.
La contemporaneidad es, pues, una relación singular con el propio tiempo, que adhiere a este y, a la vez, toma su distancia; más exactamente, es esa relación con el tiempo que adhiere a este a través de un desfase y un anacronismo. Quienes coinciden de una manera demasiado plena con la época, quienes concuerdan perfectamente con ella, no son contemporáneos ya que, por esta precisa razón, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fija en ella.
G. Agamben, “¿Qué es lo contemporáneo?”, en: Desnudez, trad. C. Sardoy, Bs. As.: Adriana Hidalgo, 2011, pp. 18-19.
Una buena combinación para hacer con este curso pueden ser:
- Introducción a Platón: Parménides y Teeteto
- Imagen, copia y simulacro: Platón, Deleuze, Benjamin y Heidegger
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