…Un designio tan funesto, si no es digno de Atreo, es digno de Tiestes.
Final de “La carta robada” de Edgar Allan Poe
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Tiestes y Atreo. Hermanos gemelos. Unidos por la sangre, pero derramada, de su medio hermano Crisipo. Unidos por una mujer, pero que no es su madre, sino su esposa o amante. Unidos, también, por la venganza, el apetito, el horror.
Para los que quieran venir, vamos a la función del sábado 10 de agosto; la última, la mejor.
Entradas:
Pueden comprar sus entradas a través de esta página. Si se inscriben al TNA Club (Teatro Nacional Abierto) les hacen dos entradas al precio de una, además de otros beneficios. Recuerden que vamos a ver la función del sábado 10 de agosto a las 20 hs. No importa qué localidad compren. Al final nos encontramos en el hall central, a la salida de la platea en planta baja y vamos a comer y charlar por ahí cerca.
Bibliografía:
La bibliografía básica es la tragedia Tiestes de Séneca. Luego pueden leer La carta robada de Poe y preguntarse qué quiere dar a entender Dupin con la cita que escribe en el simulacro con el que reemplaza la carta original. Aquí abajo les dejo el argumento de la tragedia y más abajo la genealogía de Tiestes y Atreo relatada por Carlos García Gual.
Argumento:
A la muerte de Euristeo, Atreo y Tiestes, hijos de Pélope y de Hipodamía se habían disputado el trono de Micenas. Con el favor de Zeus, Atreo se había hecho con el poder, desterrando a Tiestes. Éste había seducido antes a la esposa de aquél, Aérope, y con la ayuda de ésta le había robado a su hermano un carnero de vellón de oro, símbolo y talismán del poder real. Atreo, simulando querer reconciliarse con Tiestes, le envía a sus hijos como emisarios, invitándolo a volver a Micenas para compartir el trono con él. Tiestes regresa con sus hijos a Micenas. Atreo lo recibe con grandes muestras de afecto, pero en seguida pone en práctica su plan de venganza: sacrifica a los tres hijos de su hermano, luego los destroza y prepara con su carne un banquete para Tiestes, ofreciéndole también su sangre mezclada con el vino. Hasta el sol se oculta para no contemplar aquella infamia. Al final del banquete Atreo presenta a Tiestes las cabezas y las manos de sus hijos, cuya sangre y carne acababa de beber y comer.
Genealogía de Tiestes y Atreo:
Tántalo, hijo de Zeus, se había establecido en Lidia, en el monte Sípilo. Frecuentaba a los dioses y gozaba de prosperidad hasta que incurrió en una terrible desmesura. Invitó a los Olímpicos a un siniestro banquete, en el que les ofreció como plato fuerte la carne troceada y guisada de su hijo, Pélope. Los dioses, con su saber eterno, advirtieron el engaño y se abstuvieron de probar la comida, a excepción de Deméter que, apenada por la pérdida de su hija, mordió la paletilla que le habían ofrecido. Luego los dioses volvieron a dar vida, restaurándolo en el caldero, al joven Pélope (con un hombro de marfil para compensar el mordisco de Deméter), y castigaron para siempre a Tántalo. (En lo más profundo de Hades se ve condenado a pasar hambre y sed, en medio de árboles frutales que se crecen cuando él intenta tomar un fruto, y junto a un río cuyo caudal baja cuando él se agacha a beber.)
Pélope emigró hacia el continente, a la región que luego tomaría su nombre, el Peloponeso. (Pélopos nésos: «isla de Pélope».) En la Élide compitió en la carrera de carros con Enómao, que ofrecía la mano de su hija y su reino a quien lograra vencerle. Con la ayuda del cochero del rey, Mírtilo, Pélope consiguió la victoria, mientras que Enómao, al fallarle un eje de su carro, murió en la carrera. Luego Pélope desposó a Hipodamía, la joven princesa, y eliminó a Mírtilo, que al morir lo maldijo, a él y a sus descendientes.
Varios hijos tuvo el matrimonio. Instigados por su madre, los dos mayores, Atreo y Tiestes, mataron a su hermano Crisipo, el preferido de su padre. Tuvieron que exiliarse en Micenas. Allí pretendieron ambos el trono de Micenas. Después de unas mutuas añagazas -en las que interviene la apuesta sobre un carnero de oro, regalo de Hermes, y el adulterio de Aérope, la esposa de Atreo, con su cuñado, y la detención del sol en su corso celeste- fue Atreo quien logró hacerse con el poder real. Luego cometió una horrible venganza: le sirvió a su hermano Tiestes en un banquete la carne de sus propios hijos (los de Tiestes). Después del festín reveló al aterrorizado padre lo que había devorado. Tiestes se alejó maldiciendo a su hermano.
Para cumplir esa venganza, siguiendo un oráculo, Tiestes engendró en su propia hija, Pelopia, a Egisto, que con el tiempo acabaría con el primogénito de Atreo, Agamenón. De los Atridas éste fue el heredero del reino de Micenas, mientras su hermano Menelao, al casarse con Helena, hija del espartíata Tindáreo, reinaba en Esparta. Tras el rapto de Helena, ambos marcharon contra Troya. Para asegurar la navegación hacia el Asia, Agamenón sacrificó en Áulide a su hija, Ifigenia. Y estuvo ausente durante los diez años de la guerra famosa.
En Micenas Clitemnestra, esposa de Agamenón, irritada por el sacrificio de su hija y mujer de carácter apasionado, traicionó al ausente con su primo Egisto. Y al regresar Agamenón, vencedor y destructor de Troya, lo asesinó -junto con su cautiva Casandra, la profetisa hija de Príamo-. Los hijos de Agamenón, Orestes y Electra, unos años después, se encargaron de vengar a su padre matando a su madre. El dios Apolo y la prudente Atenea aprobaron el matricidio. El joven Orestes, después de matar a su madre y a Egisto, fue perseguido por las Erinias, pero fue absuelto del crimen de sangre al final, y, después de algunas otras peripecias, se casó con Hermíone, la hija de Menelao y de Helena, reinando sobre Micenas y Esparta. (La versión de Esquilo en la Orestíada sitúa la absolución de Orestes en el Areópago de Atenas, donde Apolo defiende al matricida y el voto de Atenea solventa la decisión final.)
Carlos García Gual, Introducción a la mitología griega, Madrid: Alianza, 1998, pp. 184-186